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'La joven llevaba ocho años acompañando a su madre, Carmen Sierra, dentro del ambiente artesanal, donde la pasión, la creatividad y el amor por la cultura se mezclan con el sacrificio, las ingratitudes de las circunstancias económicas y el desconocimiento general acerca de este arte. Así que se sintió comprometida en motivar a estos artistas, dando a conocer la diversidad de su arte y su aportación cultural. Su madre, además de ser inspiración, es su colaboradora principal en el proyecto'.
“Nos dábamos cuenta que (la gente) se iba a regatear los productos artesanales. ¿Por qué culturalmente las personas no valoran lo que es hecho por una persona en particular?”, cuestionó. “El precio no compensa el trabajo que pasa el artesano en el taller, después el tiempo que pasa en las ferias. La gente, como no ve, no sabe”, señaló, empeñándose en la necesidad de que el artesano comparta con el cliente el esfuerzo que hay detrás de la pieza que ofrece.
foto cortesía: Jan